Alfaro comenzó su trayectoria realizando pequeñas esculturas de alambre y latón, una tarea fundamentalmente manual e inmediata.
Más tarde se internó en el trabajo con planchas de metal, que
recortaba o doblaba como si de papel se tratase.
A partir de los años ochenta, sin embargo, la obra de Alfaro
comenzó a diversificarse tanto formal como materialmente. Los hierros se
convirtieron literalmente en dibujos tridimensionales. Ya al final de su trayectoria apareció la piedra.