Pininfarina, más allá de ser
el emblemático diseñador fetiche del automovilismo, principalmente en Ferrari y
Maserati, pero también bajo firmas como Rolls Royce, Alfa Romeo o Lancia, ha probado suerte
en otras muchas facetas: a Sergio Pinifarina le
gustaba hablar de arquitectura. No sólo eso: le gustaba hablar como los
arquitectos, insistir a sus colaboradores en que dieran "soluciones
sencillas" para los problemas que les planteaban sus diseños. Hablaba de
pureza, de simplicidad, rehuía
los pliegues...
Y no era hablar por hablar.
Pininfarina, fallecido ayer, representa una época en la que el diseño de
automóviles tenía mucho que ver con el arte de su tiempo. Una obra suya (un
Cistalia) se expusó en el MoMA,
Casualmente, Ahora
mismo se están exponiendo -hasta el 15 de julio- las
creaciones de Pininfarina en el Italian Cultural Institute de Belgrave Square Londres.